Ya sabemos que la iconografía, la imaginería en general, nos presentan la vida de Jesús, la Virgen y los santos en general, de forma más mística, más espiritualista, que real. A nadie se le ocurre pretender ver en un país cristiano una imagen de Jesucristo crucificado tal como lo fue, es decir, desnudo por completo.
Con el Descendimiento de la cruz pasa algo parecido, nos centramos tanto en la gran labor llevada a cabo por José de Arimatea con el concurso de Nicodemo, que olvidamos algo tan importante como la edad de ambos y el gran peso del crucificado, que se multiplica con la flacidez. Bajar a Jesús de la cruz no pudo ser obra material de los llamados santos varones, y ello no quita un ápice de mérito a su histórica hazaña, pues no creo que se diera otro caso como el del Nazareno, y ello porque Pilatos estaba tan arrepentido de su error que hubiera accedido a lo que se le pidiera.
Hay una versión, proveniente del visionario J.J. Benítez, que explica de una forma más razonable como fue aquel histórico descendimiento:
“Absolutamente impotentes José de Arimatea y Nicodemo para levantar al Nazareno, José no tuvo más remedio que solicitar el concurso del oficial Longino, quien comprendiendo la delicada situación puso a disposición de los sacerdotes judíos el concurso de los soldados a sus órdenes. Uno de los legionarios, joven y robusto se hizo cargo de la parte superior del crucificado, pasó sus brazos por las axilas, levantando el tronco del cadáver. Al mismo tiempo, otro soldado flexionó al máximo las rodillas del rabí, abrazando ambas piernas a la altura de las corvas. El cuerpo del galileo formó entonces una “v”, y con la ayuda de otros infantes, los más de ochenta kilos del Hijo del Hombre pudieron ser izados y trasvasados al lienzo”.
Tenemos aquí una versión razonable del suceso sin que ello desmerezca la simbología imaginera a la que estamos acostumbrados.
Con el Descendimiento de la cruz pasa algo parecido, nos centramos tanto en la gran labor llevada a cabo por José de Arimatea con el concurso de Nicodemo, que olvidamos algo tan importante como la edad de ambos y el gran peso del crucificado, que se multiplica con la flacidez. Bajar a Jesús de la cruz no pudo ser obra material de los llamados santos varones, y ello no quita un ápice de mérito a su histórica hazaña, pues no creo que se diera otro caso como el del Nazareno, y ello porque Pilatos estaba tan arrepentido de su error que hubiera accedido a lo que se le pidiera.
Hay una versión, proveniente del visionario J.J. Benítez, que explica de una forma más razonable como fue aquel histórico descendimiento:
“Absolutamente impotentes José de Arimatea y Nicodemo para levantar al Nazareno, José no tuvo más remedio que solicitar el concurso del oficial Longino, quien comprendiendo la delicada situación puso a disposición de los sacerdotes judíos el concurso de los soldados a sus órdenes. Uno de los legionarios, joven y robusto se hizo cargo de la parte superior del crucificado, pasó sus brazos por las axilas, levantando el tronco del cadáver. Al mismo tiempo, otro soldado flexionó al máximo las rodillas del rabí, abrazando ambas piernas a la altura de las corvas. El cuerpo del galileo formó entonces una “v”, y con la ayuda de otros infantes, los más de ochenta kilos del Hijo del Hombre pudieron ser izados y trasvasados al lienzo”.
Tenemos aquí una versión razonable del suceso sin que ello desmerezca la simbología imaginera a la que estamos acostumbrados.
Trinidad Flores Cruz
1 comentario:
Muchísimas gracias a nuestro queridísimo paisano, D. Trinidad Flores Cruz, por haber accedido a la petición que le hicimos de colaborar en nuestro blog con un artículo, un artículo de la calidad a la que nos tiene acostumbrados. Os recomiendo a todos que os paséis por su propio blog, que es fantástico:
http://mojarrafina.blogia.com/
Saludos
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